viernes, 3 de agosto de 2012

¡Horrible oye!

¡Sí!. ¡Sí!. ¡Ajá!. Claro que me di cuenta. Sé lo que estás pensando, imaginando y/o recordando. 'Horrible oye' es la frase más odiada por Monchi (sino viste la serie, estás jodido/a).

¿Y eso qué tiene que ver con este blog?. Pues, también lo pensé (créeme que lo hice). Llevo como cinco horas (sin exagerar) echada en cama (de aquí para allá), masturbando mi cerebro para que salga el nombre adecuado para este espacio. El espacio que después de casi, cuatro años, quiero ser público...

¿Y eso qué de bueno dará a la sociedad? (o suciedad, en fin, como se llame). ¿A quién le importa?. ¿Qué más da lo que haya pasado, experimento, percibido, sentido, padecido, soportado (y mil verbos con el mismo significado). Simple y sencillo: Ya me había cansado de gastar cuadernos, agendas, hojas bond, servilleta, papel higiénico,  tinta de lapicero, plumón, crayola, liquid paper, lápiz, tiza, colorete, moco, etcétera, para escribir los hechos que habían marcado mi vida.

Empecé por escribir desde una molestia, incomodidad, queja, hasta por qué dejé de bañarme un día. Luego ya vino la tragedia a mi vida. Llevé una nube gris encima de mi cabeza, por largos años (llámese también días). Por el momento tengo a la nube controlada. Ha parado de mojarme. (no sé hasta cuándo, MALDITA). Al no saber dónde almacenar mis escritos, ni por cuánto tiempo más tenerlos escondidos, decidí transcribirlos a un ordenador (no todo, claro está). Eso disminuía el dolor a mi muñeca (no estar como huevona escribe y escribe). Creé una carpeta que se llamaba Bitácora. Digo se llamaba porque esa carpeta fue borrada (sin querer) al momento de llevar mi lap para que la formateen (huevona yo).

Como llego el fin de 'Bitácora' e insistencia de muchos para crear un blog. He tomado la decisión de pertenecer a la gran cadena de bloggers. ¡Yehhhhh!. (efectos de la hora: 4:37am). Me comienzan a sudar las manos, cuando recuerdo que estoy escribiendo para todos. Ya no es solo para mí. Me dan ganas de ir a tomar agua y demorarme otras dos horas más (hasta que amanezca), con tal de no acabar de escribir el post . Es más, me da ganas de crear 'Bitácora 2', así no tengo que hacer público las tonterías que pienso escribir...

Otra vez me he parado, he visto al espejo, me he dado ánimos:

- ¡Vamos, Anita!. Solo es un post. Al final no serás leída. ¿Por qué tanto rollo?. ¿Crees que te van a leer?. Claro que no. ¡Tonta!. Al final será como escribir solo para ti. Con la firmeza de que ¡Horrible oye! no desaparecerá como Bitácora.

Tomo aire, prendo la luz, voy al baño, hago pis, me lavo la cara, regreso al cuarto y los gallos me recuerdan que debo apurarme.

Recuerdo cuando tenía, aproximadamente, un año y medio (véase la foto). Era especie de tubérculo o algo parecido, en donde no me podía quejar por la forma en cómo me vestían, ni las fachas en las que andaba. Mamá me compró un mameluco azul y me tejió una gorra del mismo color. Era una papita rellena que se tambaleaba al momento de caminar. En esa época aparte de hacer el ridículo con ese traje, andaba de moda la serie 'Pataclaun', que por cierto, me llamaba mucho la atención, ¿Sabéis por qué?. No era la única ridícula. Monchi también lo era (momentos encontrados cuando vi a mi hermana gemela). Claro que no entendía el por qué ella era una bebé gigante y yo un ginete de cuy. Podía jurar que mis padres también eran Wendy y Machín, solo que como eran re-tarados, habían olvidado recogerme. O la cigüeña se equivocó de barrunto y me trajeron aquí, al lugar de las pesadillas.





Papá había notado que me gustaba esa serie. Cada vez que venía de trabajar con su traje negro y su olor tan varonil, me obsequiaba un beso en la mejilla. Eso fue por poco tiempo. Ya que luego, luego, no dejaba que lo abrace o lo bese sin antes decir la frase que días más tarde fue un chantaje para mí: 'Horrible oye'.

Por supuesto, fui, chantajeada por mi padre. Si decía la frase, podía recibir una donuts, del sabor que más me guste. O una barbie nueva y cariños a montón. Hacía puchero cada vez que lo hacía. ¡Se estaba aprovechando de mí!. Agarraba mi nariz (que por desgracia tiene como forma una bolita, igual a la de monchi) y me decía: ¿Quién es mi bebita?. ¿Quién es mi ñe cochina?. Y yo con cara de 'qué cojudez tengo que hacer ahora', sin otra alternativa decía: ¡¡Yoooooooooooooooooooo!!.

Así, pasarón siete años más de tortura. Seguía siendo su bebé, pero dejé de ser ¡Horrible oye! a ser: ''Monchi". Hasta el día de hoy. Los que me conocen desde pequeña me siguen llamando así. Como ahora, que hace un rato mamá se acercó con su melena despeinada diciéndome:

- ¿A qué hora piensas dormir, monchi?
- Ya voy, ma'. Ya casi acabo.
- Ok, hijita, apagas todo...

Les dejo con la frase:


¡Buenos madrugadas, lechuzas!

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